El jaguar también era el brujo por excelencia de los hombres más importantes (como el gobernante o los sacerdotes), de los hombres vinculados a lo sobrenatural (como los hechiceros) y de los propios dioses (como Tezcatlipoca en la sociedad azteca). Tezcatlipoca era una de las deidades principales y representante del principio de dualidad. Portaba un espejo (su nombre significa espejo que humea), en el que se reflejaban los hechos de la humanidad. Divinidad aérea, representaba el aliento vital y la tempestad y llegó a asociarse posteriormente con la fortuna individual y con el destino de la nación azteca.
Para el hombre mesoamericano, el animal no solo era parte de su existencia material y de su compleja vivencia espiritual, sino que jugaba un papel trascendente en el universo. Uno de los animales más repetados y venerados del México antiguo, fue el jaguar; este carnívoro, por su fuerza, belleza y presencia impactó a los pueblos antiguos, por lo cual lo convirtieron en el sinónimo de la fuerza brutal, la violencia y la destrucción.
Otro aspecto a considerar es la intrínseca relación de las representaciones felínicas con la persona del "chamán", quien manifestaba una gran parte del conocimiento sobre la conducta del jaguar a través del uso de alucinógenos y visiones. Parece haber sido el chamán quien mantenía continuos contactos con grupos selváticos recibiendo enseñanzas de cómo manejar el conocimiento recibido a través de averiguaciones por medio de visiones o viajes periódicos a la selva.
Los olmecas: madre de otras culturas
Es difícil por no decir imposible, reconstruir la religión de
los olmecas, el argumento es objeto de un amplio debate entre estudiosos, los
cuales coinciden ampliamente solo en un punto: en considerar al jaguar como
el símbolo principal de la religión olmeca. Covarrubias por ejemplo
lanza la hipótesis de que el jaguar representa a antecesores totémicos
de espíritus de la naturaleza mientras Coe sugiere que éste era
la expresión de la línea real olmeca descendiente de una mítica
raza de hombres-jaguar.
Los olmecas consideraban al jaguar sea como si animal totémico principal, sea sinónimo de la madre tierra y que lo vincularon al hombre a través del culto a los recién nacidos,
Los olmecas Teocráticos desarrollaron la escultura en bulto y la escultura en alto y bajo relieve, combinando a menudo las dos técnicas. Mediante la primera obtuvieron cabezas colosales, altares monolíticos con sacerdotes emergiendo de las entrañas de la Tierra, cajas o sarcófagos, figuras de sacerdotes con máscaras del dios jaguar, personajes o figuras humanas sentadas o de pie, esculturas humanas con espiga (para clavarse en el suelo) y figuras zoomorfas con jaguares sedentes, hachas petaloides y con la efigie.
Saville fue el primero en señalar que "las figuras de cara de jaguar y la cara de niño pertenecen a un mismo estilo artístico?. Que es estilo no corresponde al de los aztecas, toltecas, zapotecas, totonacos y mayas [o sea: a las otras culturas mesoamericanas de los Periodos Clásico Postclásico]? que los olmecas históricos que se dispersaron por el sur de Veracruz fueron famosos por su trabajo en jade y en turquesa? y que la posición geográfica de esas gentes coincidía aproximadamente con la distribución de las esculturas de la cara de jaguar y cara de niño". Al estilo olmeca cabe agregar que también están incluidas las pequeñas esculturas en piedras semipreciosas y a tallas monumentales, el tigre o jaguar como motivo básico, seres humanos con bocas de jaguares, relieves en rocas, cabezas colosales, altares monolíticos, cajas de piedra, etc. Además, el estilo del dios jaguar, además de otras obras extraordinarias por su perfección en el acabado y dentro de una tradición o escuela de gran vigor. Obras que pueden ser citadas como las de los hombres-jaguar sentados que parecen llevar una máscara felina sobre el rostro. Así, el Monumento 10 de San Lorenzo representa a una figura humano-felina sentada, que agarra arcos o medias rodelas planas (llamadas manoplas por algunos), símbolos de la jerarquía del personaje.
Los olmecas teocráticos también se empeñaron en lograr un perfecto pulimento de las superficies de los jades, interrumpido ocasionalmente por delicadas líneas incisas, para representar detalles del atavío, ornamentos, perfiles humanos, manos, escarificaciones, glifos y los mismos motivos decorativos que se observan en las hachas petaloides y humanas-felinas, en las estatuillas y en algunos ornamentos suntuarios.
Todo lo anteriormente citado da una idea de la creciente complejidad del culto al jaguar: animal respetado, ancestro totémico y dios de la tierra. La elaboración sacerdotal crea y recrea en torno al dios los conceptos que se traducen en nuevas representaciones artísticas, aunque correspondientes a aspectos de la misma deidad. A veces también resulta difícil distinguir si una figura representaba a un hombre disfrazado de jaguar o a un jaguar en proceso de llegar a ser hombre. Además el jaguar era el símbolo de las fuerzas sobrenaturales, no un simple animal, sino un ancestro y un dios.
Mayas
En otro caso tenemos a la sociedad maya, que tiene como representaciones felinas
(en este caso tigres) en la constitución final del hombre, los 4 hombres
de maíz: Balam-Quitzé (Tigre sol o Tigre fuego), Balam-Acab (Tigre
tierra), Mahucutah (Tigre luna) e Iqui-Balam (Tigre viento o aire). Éstos
estaban dotados de inteligencia y buena vista, de la facultad de hablar, andar
y agarrar las cosas. Eran además buenos y hermosos. También aparecen
como parte del mito de destrucción en donde se decía que los jaguares
de Cizín, dios del inframundo, se comerán al Sol y la Luna. Y
en cuanto a los olmecas el jaguar era la figura principal de su religión.
En la cultura Maya, el jaguar era denominado Balaam, Chac o Chac Mool y era símbolo de poder. La gente que utiliza vestimentas de jaguar era una persona con autoridad en la sociedad, por lo general representada en los códices. El Dios del Sol, se transformaba en jaguar para poder viajar durante la noche por el mundo de los muertos. La piel moteada de este bello felino, representaba las estrellas.
Las ruinas Mayas de Yucatán presentan elaboradas imágenes del jaguar. Para los Mayas, el sol jaguar dominaba la noche y el día, el sol jaguar al caer la tarde luchaba contra Xilbalban (el inframundo) durante la noche, venciéndolo y saliendo una vez mas al día siguiente.
Los mayas identifican al jaguar con el número nueve, simbólico
número de los países del inframundo. El dios felino es así
"Señor de lo de abajo". Es también la tierra que, con
sus fauces abiertas, devora al sol entre las extenuadas luces del crepúsculo.
Y luego, el animal moteado se muta en sol negro, viajero de la tierra subterránea
que lleva sobre si una concha marina, representación de la luna y, de
manera paralela, del renacimiento (por ser la Luna, la Mujer de Plata, la que
renace en el cielo nocturno luego de tres noches de muerte o ausencia).
Su repetida victoria en el mundo infernal, le otorga al jaguar poderes como
psicopompo, guía del alma de los muertos. En esta arista de su existencia,
el felino se confunde con el perro Xolotl, dios canino que acompaña al
sol-jaguar, al sol de tierra, en sus nocturnas incursiones por las honduras
terrestres. Es la habilidad del jaguar como guía lo que permite franquear
los nueve ríos que impiden el libre acceso al Chocome Mictlan, el noveno
cielo, inmortal residencia de los muertos.
Aztecas
En los Aztecas, el jaguar tuvo una gran influencia. Se lo denomina "Ocelotl",
a quien consideraban como el rey de los animales. En Tenochtitlán los
lideres militares de mayor rango, los guerreros mas importantes y feroces vestían
capas, tocados y mascaras hechas de plumas y piel de jaguar y eran llamados
los caballeros jaguar, cuyo titulo seria "Tlacochcalcatl", jefe de
casa de armas. Los emperadores aztecas no solamente se adornaban con capas,
sandalias, y utilizaban insignias hechas de jaguares; tenían también
el privilegio exclusivo de utilizar en los tronos, tapetes y cojines hechos
de piel de jaguar, todo como símbolo de autoridad
El principio dominante del mundo espiritual de los aztecas es el dualismo;
lucha cotidiana del día y la noche, del sol y la luna? A menudo
se concreta bajo las formas inesperadas, como es el caso del águila que
se opone al tigre, encarnando la primera a la luz y el segundo a las tinieblas.
Para los aztecas, el altivo pájaro es mensajero de la voluntad divina.
Su mito narra que allí donde un águila se pose sobre un nogal,
se deberá erigir una gran ciudad. Y el ave de la ceñuda mirada
se posó sobre la planta aludida. Entonces, los aztecas erigieron allí
Tenochtitlán, la capital del imperio de los adoradores de la serpiente
emplumada Quetzalcoatl. Y el majestuoso pájaro en especial era, como
águila solar, quien recibía el corazón de los sacrificados.